Una película bien dotada en lo romántico y aún mejor en esos aspectos visuales del ‘marco incomparable’. Preciosos escenarios naturales en los bordes de Escocia, donde el mar oscuro, la costa encorajinada y el verde granja convierten en absurda la idea de ‘una paella’, y unos personajes que no reconoceríamos ni como primos terceros, una mujer madura, atractiva, frustrada y habitante perfecta de una isla fría; un hombre sin memoria, sin encantos visibles, y una comunidad aburrida, presbiteriana y donde siempre parece ser lunes. ¿Dónde está lo particular, lo interesante, de la historia que se cuenta en esta película serena, sin picos y que parece británica pero es francesa?
Pues lo fascinante está en una ocurrencia de guion, en una propuesta que, según se mire, puede ser la más romántica de lo que va de siglo. Un hombre pierde de golpe, de derrame, su memoria…, es un recién llegado a la comunidad, alguien en cierto modo sin pasado…, una mujer lo recoge del hospital (trabaja en la granja de su familia) y entre la única información que le puede dar sobre él está la de que eran amantes, amantes secretos.
Valoración de ABCPlay
Oti Rodríguez Marchante
A partir de este momento, la película dirigida por Bouli Lanners, del que solo se puede decir que es un artista belga y que protagoniza también esta historia, implica en cierta intriga al espectador: lo desconocido del pasado le ofrece atractivas posibilidades, ¿eran, son, serán?, pero la historia toma un camino inesperado, hermoso y poblado de espinas morales y síntomas melodramáticos. Utiliza con excesiva cautela el atractivo de sus personajes, en especial el de ella, Millie, interpretado por la extraordinaria actriz Michelle Fairley, y los deja casi sin abrir, en pura sugerencia, como esa colección de planos largos, húmedos y vacíos que son la columnata visual de la película. El caso es que es una obra confortable, y uno ya se preguntará otro día por qué.
Este artículo ha sido publicado originalmente en este sitio.
