Se marchó de la Caja Mágica el año pasado como un niño, con un 6-1 y 6-2 en contra, y ha entrado en 2022 como campeón. Nada que ver, salvo su conducta educada, con aquel imberbe que cumplía 18 años. En solo 365 días la transformación de Carlos Alcaraz ha sido asombrosa. Un nivel más alto de tenis, dos de confianza y tres de títulos.
El Estadio Manolo Santana, completo bajo el techo retráctil, aplaudió a rabiar al nuevo héroe del tenis español. «Carlitos, Carlitos», fue el grito de guerra durante todo el encuentro. No es uno de reemplazo, porque hoy (16.00 horas), la Caja Mágica se encenderá con Rafa Nadal, en un estreno ante Kecmanovic más que esperado después de cinco semanas de parón por una lesión en las costillas. Pero hay relevo en la afición con el murciano, que se sacudió a base de pelotazos los nervios del estreno. No es aquel de hace un año, hoy llega de favorito y eso pesó por momentos en el encuentro, algo dubitativo y errático con un Basilashvili firme por fases, apagado al final por el empuje de la nueva estrella del tenis mundial.
Era el 27 del mundo consciente de que no solo iba a jugar contra la revolución del planeta tenis de los últimos meses, contra todo su crecimiento exponencial del 140 del mundo en 2020 al 9 de este 2022. También iba a jugar con unas 10.000 gargantas aplaudiendo sus errores y animando a su rival. De ahí que impusiera un ritmo altísimo desde el inicio, palo va palo viene, imposibilitando al español sacar su juego. También nervioso el murciano, con la etiqueta de favorito colgando de su raquetero y la presión de una grada que esperaba todo de él.
Buscó Alcaraz responder con la misma contundencia que ofrecía el georgiano, a ver quién imponía su firma con más potencia. Saques a 223 kilómetros por hora que hicieron temblar la pista, pero también ciertos errores de precipitación.
Pero en cuanto encontró grietas en la pétrea máscara de Basilashvili, ahí que se metió con toda la potencia que ha desarrollado en este año de confirmación. Se desentendió de las dudas, utilizó su repertorio, carreras para llegar a todo, incluidos saques escorados para buscar el efecto y sacar al georgiano de la pista, del marcador y del partido.
Ya había sufrido los avatares del cambio de superficie de Miami, campeón, a Montecarlo, donde perdió en el estreno, y el georgiano lo sorprendió con otro empujón de velocidad de piernas y mano al inicio del segundo set. «Le pegaba muy duro y había que intentar que no dominara, ha sido complicado», analizó. Pero este Alcaraz, que se marchó el año pasado con un buen puñado de lecciones que ha ido asimilando como buen estudiante, es hoy el tenista más completo en todas las facetas, saque, derecha, revés, dejadas y ambición.
Construido en la paciencia y en la entrega hasta el último punto, revirtió el enredado plan que había creado el rival para levantar a la grada de la butaca con puntos ‘made in Alcaraz’. Y con el apoyo del público, el murciano remarcó el crecimiento y la madurez en los dos últimos juegos, para darle la vuelta al marcador y llevarse la victoria y la ovación para el nuevo héroe de Madrid. «No me hubiera creído que tanta gente estuviera tan tarde apoyándome», admitió después del encuentro.
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