Sirenas, explosiones y gritos de dolor. Sonidos estremecedores de los bombardeos rusos sobre Ucrania que llevan destruyendo desde el 24 de febrero las principales ciudades del país. El resultado: más de siete millones de personas desplazadas de sus hogares y cinco millones de refugiados. Desde el inicio de la guerra, las estaciones de metro han sido y siguen siendo un refugio físico provisional ante los ataques aéreos.
El suburbano de ciudades como Kiev y Járkov ha permanecido abierto las 24 horas del día y se ha convertido en una verdadera vivienda para más de 400.000 ucranianos
hasta hace apenas un mes, cuando echaron a andar de nuevo. «Sigue habiendo muchas personas en muchos sótanos. Personas que no saben cuándo van a poder salir y que se encuentran en ciudades asediadas, sobre todo, en la zona del Donbass», apuntan desde Acnur España.
Con motivo del Día Mundial del Refugiado, Acnur se ha puesto en la piel de los refugiados con la campaña ‘Ponte en su lugar: Ni hace tanto, ni tan lejos’. El Andén 0 Estación de Chamberí alberga una recreación de un refugio de guerra como muestra de solidaridad hacia todas esas personas cuyas vidas se han visto destrozadas de la noche a la mañana. Precisamente, no hace tanto ni tan lejos, en 1936 l
as entrañas de la ciudad de Madrid también ejercieron como refugio antibombas durante la guerra civil española.
Metro de Járkov a principios del mes de marzo de 2022
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EFE
Los andenes, los pasillos e incluso las vías se convierten en los sótanos de las viviendas de todas aquellas personas que, además de refugiarse, han perdido las suyas. Sin electricidad ni agua ni asistencia sanitaria, los andenes se llenan de mantas y fotografías familiares, de comida, pero también de niños con miradas perdidas, caos, desconfianza y de ancianos que nunca vuelven a salir a la superficie. «Todos son víctimas de los desplazamientos forzosos, pero, las principales víctimas son los niños y las niñas que huyen de situaciones inimaginables», afirma el Secretario de Estado de Inmigraciones, Jesús Perea.«Salí de Ucrania cuando los bombardeos llegaron al aeropuerto de Dnipró para salvar de la guerra a mi hija; tiene bastante con vivirla en la distancia», explica Tetiana
Recreación de un refugio antiaéreo en la antigua estación de Chamberí
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EFE
Ni hace mucho ni tan lejos
Hace 86 años, los andenes del metro de Madrid no solamente se utilizaron como refugio, sino que sus trenes se usaron como ambulancias para trasladar heridos desde la Estación Norte (actual Príncipe Pío) hasta los hospitales y como coches fúnebres hasta el Cementerio del Este (actual Cementerio de la Almudena). Traslado de tropas, almacén de víveres y material de guerra… «El metro es una continuación de lo que ocurre en la calle», explica Luis María González, responsable del Andén Estación Museo de Chamberí.«Cuando sonaban las sirenas de los ataques, corría con mis cuatro hijos a refugiarme en la estación de Pacífico», cuenta Paulina Flores Gil, vecina del barrio madrileño de las Carolinas
Ni los españoles en 1936 ni los ucranianos en 2022 han sido los únicos que han huido de sus países. Existen millones de personas perseguidas en todo el mundo por cuestiones de raza, religión, creencias políticas o condición sexual. En total, más de 100 millones de personas (alrededor del 1% de la población mundial) han tenido que huir de su lugar de origen, según el último informe de ‘Tendencias globales’ de Acnur. El número de personas que se ven forzadas a huir de sus hogares no solo ha ido en aumento año tras año en la última década, sino que también se encuentra en el nivel más alto desde que se tiene registro tras la invasión rusa de Ucrania. «Agradezco la solidaridad de países como España sin la que todo el apoyo, la protección y el asilo por el que trabajamos en Acnur día y noche en más de 74 países en el mundo, no podríamos llevar a cabo», explica Sophie Muller, representante de la Agencia de la ONU para los refugiados en España.
Este artículo ha sido publicado originalmente en este sitio.
