«Estoy acostumbrada a que esto ocurra en mi país, pero aquí no me lo esperaba», así explica Danielle, una iraquí de 33 años, como vivió este jueves el secuestro en un hotel del centro de Barcelona, donde se aloja. Se encontraba en su habitación, la 506, cuando, pasadas las 21.00 horas, los Mossos d’Esquadra llegaron al alojamiento, tras recibir la alerta de que un hombre se encontraba allí retenido. «Escuchamos gritos en el pasillo, estaba aterrorizada», rememora. No habla castellano, y primero no entendía nada. Luego uno de los agentes llamó a su puerta y le explicó, en inglés, lo que ocurría. «Registraron cada esquina de la habitación, incluso debajo de la cama, durante 25 minutos, no se dejaron nada», explica.
La Policía catalana revisó cada cuarto del Acta Atrium Palace hasta que consiguió liberar a la víctima: un hombre serbio que se encontraba amordazado y atado de pies y manos, según explicaron desde el Cuerpo. Hasta entonces, el resto de huéspedes, como Danielle, que se encuentra en la capital catalana con una amiga, se quedaron en sus habitaciones, tal y como les ordenaron los Mossos. «Cuando estábamos recogiendo todo para marcharnos, nos dijeron que nos calmásemos, que dentro de la habitación no nos iba a pasar nada, y que nos avisarían cuando todo hubiese acabado».
Ese aviso llegó, calcula la mujer, unos 45 minutos después. «El recepcionista nos informó de que todo estaba bien, y que ya podíamos salir», ha contado esta mañana a las puertas del hotel. Todos los huéspedes pudieron abandonar sus habitaciones cuando los Mossos detuvieron a uno de los secuestradores: un hombre armado, que sería de nacionalidad colombiana.
Otros turistas vivieron el secuestro desde el exterior del alojamiento. Este fue el caso de Alessandro Almeida, un brasileño que se encuentra de vacaciones en Barcelona con su familia. Cuando tras su ruta turística volvía al hotel, se encontró el despliegue policial a sus puertas, donde efectivos de la Brigada Móvil y de las Áreas Regionales de Recursos Operativos (ARRO) blindaban la Gran Vía, en su confluencia con Pau Claris.
«La Policía cercó el edificio, nos colocaron fuera del perímetro y estuvimos esperando unas dos horas», ha contado. Preguntando por si tuvo miedo, ha explicado que la situación fue «tensa. Nuestras pertenencias estaban dentro del hotel y no sabíamos que iba a pasar».
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