Reabierto tras las elecciones catalanas del 14-F, el diálogo entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición para negociar la renovación de los órganos institucionales en situación de prórroga e interinidad -del CGPJ a RTVE, pasando por el Tribunal Constitucional o la oficina del Defensor del Pueblo- se salda de momento con el compromiso de Pedro Sánchez de dejar al margen de la negociación a su socio de gobierno. Sánchez aparta a Unidas Podemos, exigencia del PP para materializar cualquier relevo en órganos tan sensibles como el CGPJ, en una aparente muestra de moderación que, sin embargo, no logra camuflar su estrategia de tensar y radicalizar a los de Pablo Iglesias para acentuar progresivamente su marginalidad. Bienvenido sea cualquier pacto entre los grandes partidos que beneficie a la salud democrática de las instituciones, pero siempre que no responda, como acostumbra Sánchez, a su particular cálculo de ganancias particulares, contra Unidas Podemos o el mismo PP.
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